Mi intención de inscribir mi deseo mediante la huella de mis labios en trozos de papel de algodón, rotulados con la fecha del día de su estampación comenzó el 21 de Diciembre del 2007. Me parecía que la huella de mis labios sobre el papel, resultaba ser la forma misma de mi deseo irrenunciable.
¿Qué son los besos si no los restos del deseo que dejan unos labios en el cuerpo del amado?
Esos besos, restos de mi cuerpo y de mi deseo, con esta estrategia, qué más da si son o no depositados en el cuerpo del otro… la importancia ahora radica en que, al llevar a cabo éste registro diario de mi deseo, mediante la organización y acumulación de sus huellas cumplen con la promesa de que en cualquier momento pueden ser “leídas”, por su destinatario (causa de mi deseo) o por cualquier otra persona, aún y cuando yo ya no esté, quedando ese contenedor de restos y de huellas como evidencia de mi instancia como sujeto deseante. Hay sobrevivencia en el momento en que hay huella (Derrida, 2001)
Mi intención de inscribir mi deseo en esos trozos de papel, es la de expresar, simplemente, una singularidad irrepetible, es de algún modo, donar mi experiencia privada a ese otro, con la simple intención de sólo ser leída como: “Sí SE DESEAR”, aún en contra de todo pronóstico más..
Contenedor para todos los besos no dados
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