rompí todos mis dibujos, y como era de suponerse, a la mañana siguiente me sentí trastocada por tal acción. No había remedio, y no se me ocurrió otra cosa que recoger cada uno de mis restos y echarlos en una bolsa. Pasaron los días y no me decidía a tirarlos a la basura, y así como otras tantas cosas, mis restos los dejé en orfandad olvidados en “la bodega”.
A mediados del 2008 noté que mi forma de producir ya estaba cambiando, cada vez me angustiaba menos el cubrir con las expectativas de los que sabían y las propias. Comencé a dibujar por puro deseo, de una manera más lúdica, sin esperar nada a cambio más que la mera satisfacción de trazar y manchar. Eso que llamaba “errores” pasaron a formar parte de la obra, ya no estaba dispuesta a borrarlos, a disimularlos, ellos también formaban parte de mi, de mi singularidad. Intenté comenzar a ya no negarme (que no es lo mismo que cambiar, en todo caso sería mostrar), desde entonces no han parado mis intentos de asumirme como responsable de mis actos, de mi hacer y de mi manera de ser. Era necesario iniciar una tregua con Erika.
Fue entonces que comencé la enmienda con mis restos, con esos fragmentos de dibujos rotos, cosidos y rotulados cada día que hacía la labor. más...
Vestido con restos de dibujos rotos cosidos y rotulados cada día de la labor
1 comentario:
Que hermoso, simplemente.
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