El Tiempo de los Diarios


Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba

la llave de la puerta.


Julio Cortazar



La Exhibicionista


rompí todos mis dibujos, y como era de suponerse, a la mañana siguiente me sentí trastocada por tal acción. No había remedio, y no se me ocurrió otra cosa que recoger cada uno de mis restos y echarlos en una bolsa. Pasaron los días y no me decidía a tirarlos a la basura, y así como otras tantas cosas, mis restos los dejé en orfandad olvidados en “la bodega”.

A mediados del 2008 noté que mi forma de producir ya estaba cambiando, cada vez me angustiaba menos el cubrir con las expectativas de los que sabían y las propias. Comencé a dibujar por puro deseo, de una manera más lúdica, sin esperar nada a cambio más que la mera satisfacción de trazar y manchar. Eso que llamaba “errores” pasaron a formar parte de la obra, ya no estaba dispuesta a borrarlos, a disimularlos, ellos también formaban parte de mi, de mi singularidad. Intenté comenzar a ya no negarme (que no es lo mismo que cambiar, en todo caso sería mostrar), desde entonces no han parado mis intentos de asumirme como responsable de mis actos, de mi hacer y de mi manera de ser. Era necesario iniciar una tregua con Erika.


Fue entonces que comencé la enmienda con mis restos, con esos fragmentos de dibujos rotos, cosidos y rotulados cada día que hacía la labor. más...






Vestido con restos de dibujos rotos cosidos y rotulados cada día de la labor









1 comentario:

Anónimo dijo...

Que hermoso, simplemente.